Si Pompeya, la superproducción péplum, te dejó anonadado y con ganas de más, descubre Herculano, una antigua ciudad romana que, de forma totalmente injusta, suele quedar eclipsada por la fama de Pompeya. De hecho, Herculano es aún más interesante, más fácil de visitar y está mejor conservado. Verás ropajes, mosaicos y frescos en tan buen estado que creerás que los romanos vivieron ayer, y podrás imaginar cómo era la vida antes de la erupción del Vesubio, en el año 79 a. C.
Cuando el Vesubio entró en erupción, Pompeya quedó rápidamente cubierta de ceniza. Herculano (Ercolano en italiano), al estar a barlovento, fue destruida unas 12 horas más tarde, cuando una bola de ceniza, pumita, roca y gas volcánico impactó la población a más de 100 km/h y la congeló de por vida.
Visita la antigua arena, tan grande como un bloque de pisos actual, y la Palestra (el vestíbulo principal), que albergó una gigantesca estatua de Hércules que motivó el nombre de la localidad. Además, tienes la opción de explorar la zona con una audioguía (8 €), para descubrirlo todo sobre el lugar.
Visitar el actual Herculano te sitúa bajo las sombras del Vesubio en una población que, en su momento, fue más rica que Pompeya y que, a día de hoy, está mejor conservada que su vecina. Toda esa riqueza salta a la vista: en el mármol de los baños públicos, el mobiliario de las casas, e incluso los ropajes que todavía hoy se mantienen intactos gracias a la ceniza volcánica y el polvo que cubrió todo, y que actuó como un congelador del tiempo.
